Había noches que nos escapábamos al corral con nuestras super gafas de visión nocturna. Nunca conseguimos ver uno. Teníamos petardos, gomas de mascar, tirachinas, ballestas construidas con maderas viejas y pinzas de la ropa, una cangrejera, dos botes de pintura, una navaja suiza, dos relojes Casio f-91 que sincronizábamos, varios hilo pitas que quitábamos a Manolo, dos tenazas y unos walkie-talkies que nos regalaron por reyes. No sabíamos que tamaño tenían, ni de que color eran, si eran grandes o peligrosos, si mordían o escupían fuego por la boca, si tenían visión laser o eran capaces de transformarse intantáneamente en piedras para no se vistos. Lo único que sabíamos de los gamusinos era que salían por la noche y que todos los chavales del pueblo estábamos como locos por ser los primeros en atrapar tan preciado tesoro.

Cheche, Miguel, Jose